martes, 28 de febrero de 2012

Wert, de nuevo

José Ignacio Wert sobrepasa las afirmaciones de Esperanza Aguirre, su chusca antecesora en Cultura y musa del programa que convirtió al Gran Wayoming en el notable presentador que es. Para suerte nuestra, que no me imagino yo al Wayoming preguntándome por el tamaño de mi prostata. Mejor que mejor.

Los del 15 M, viene a decir nuestro buen administrador de la cosa cultural; amén de otras cosas, es tajante contra el radicalismo, la ignorancia y simpleza de sus integrantes. Y apunta al gen independentista que es causa de todos los males. Incluso de los míos que yo creía producidos por mi condición de manchego expósito que es la condición menos independentista del mundo.

Dice, como quién no quiere la cosa, que los poseedores del gen malvado han sido capaces de "establecer un frame en torno a un mínimo denominador común de carácter negativo que les ha colocado en una posición muy favorable a la hora de granjearse una amplia simpatía". Toma del frasco, Carrasco y se queda tan ancho como si hubiera afirmado que  ‘España es una unidad de destino en lo universal’ que para el caso es lo mismo. En nuestros días, un fantasma recorre Europa. Es el gen de la estupidez incomprensible. Un gen que arrasa con toda condición humana y se dispara entre las neuronas del personal que toca esas monísimas carteras ministeriales que llevan insertas en letras de bronce la palabra Ministro.

Una incontenible “tontilocuez”, - de aquel término acuñado por Lazaro Carreter en el Dardo y la Palabra-, se ha apoderado de nuestros novísimos ministros. O, simplemente, es la pretensión de ocultar la realidad verdadera de las cosasa bajo el humo de las frases misteriosas. De manera similar a como lo traduciría Pérez-Reverte, castellano mondo y lirondo, ‘Os vamos a dar lo vuestro y lo del inglés, malditos patanes’. Y lo de los patanes va por nosotros.




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