viernes, 15 de junio de 2012

Unilever: pasar página


Todo preparado para pasar página en Lever Ibérica. Nuestra alcaldesa se ha acogido a la pasión irrefrenable por las cosas epistolares surgida en el Partido Popular. No iba a ser menos. La imagino en el despacho dando forma a esas líneas tajantes dirigidas a Unilever que habrá dejado a sus directivos al borde del colapso nervioso. Temblorosos. Aterrados. Dispuestos a retroceder sobre sus pasos.

Muchas veces, las cartas se dirigen a terceros lectores. No es tanto lo que se dice a su destinatario sino lo que se quiere denotar ante otros. Esta alcalde, convertida en amanuense institucional, dice que es hora de pasar página a sus verdaderos destinatarios: los trabajadores de la factoría y los ciudadanos. Hizo lo que pudo. Se desmelenó, incluso, sin reparar en lo cara que va en la ‘pelu’ en estas fechas. Viene a decir que: queridos conciudadanos y conciudadanas, verdes las han ‘segao’; toca arrimar el hombro, sorberse las lágrimas y buscarse la vida de otra forma o en otro lugar. En definitiva, esto no es una carta. Es un punto final. Se acabó el problema de la factoría de Unilever en Aranjuez y ‘susum corda’.

Nuestra brava chulapona madrileña ha acudido en su auxilio. Esta Condesa de Murillo y Grande de España, galardón desmentido por su estatura moral, ha sacado un ratito en su tarea habitual de incendiar la Comunidad de Madrid y advertido a la chusma, -la chusma somos nosotros-, que el gobierno regional ha invertido en la ciudad no ‘secuantísimos’ millones de euros. Y santas pascuas. Más no se puede hacer, viene a decir.

Dos reparos previos: Uno. No es su dinero. Es de los ciudadanos. Se les retorna en forma de servicios para facilitar la vida en común. Otro. La inversión se hace en servicios obligatorios tales como alumbrado, transporte, sanidad, medio ambiente, justicia y seguridad. No son dádivas graciosas, es lo que tiene la aristocracia. No hay privilegios. Solo estricto cumplimiento de la legalidad.

Pero para Esperanza Aguirre eso son ‘minucias’ e insiste en la cuenta de la vieja. No me explico como esta librepensadora ultraliberal y moderna emplea un método tan viejo. Llegado a ese punto,  ¿a que pararse en barras?. ¿Por qué no añadir los dineros de la Junta Suprema o, incluso, los reales de Felipe II?. Da lo mismo el sumatorio y sus factores. ‘Oh, es ella’, quiere reforzar la línea justificadora de su delfín local: No hay remedio. Se ha hecho lo que se ha podido. Hay que pasar página. Luego, lo han repetido asesores, consejeros, escribidores de Tele Madrid, tertulianos de lo digital. Y pienso que, cuando tantas personas coinciden en animarnos a confiar en el futuro y las potencialidades de nuestra ciudad sin hablar del presente, es que, lo hemos empezado a perder si no se remedia.

Hoy en la radio, mientras acudía al trabajo, escuchaba aquella canción que acompañó el nacimiento de la libertad y la democracia española. Ignoro en que momento perdimos las dos. Mientras sonaba aquella melodía de hace 35 años, pensaba si no será necesaria un poco de ira, solo la justa, para salvaguardar la libertad y el presente.

jueves, 7 de junio de 2012

Salir del Sistema

Si no se les quiere dejar caer, vamos a obligarles a abandonar el sistema financiero con sus propias armas, con sus propias reglas y métodos. Y la mejor forma de obligarles a realizar la reforma que necesitamos, no la que desean los bancos fallidos, es retirar los fondos y cerrar las cuentas en los que defraudaron la confianza colectiva.

No nos ha colocado en esta situación aquella fiesta que ni vimos y cuyos costes pagamos todos nosotros, excepto los verdaderos responsables. Tampoco nuestro atolondramiento, si es que lo hubo,  o esa escasa ‘cultura financiera de los ciudadanos’ que nos achacaba el Banco de España y que quería remediar a base de cursos formativos cuando ya todo ha reventado y los cascotes amenazan aplastarnos.

Tengo la seguridad de que, si el sistema financiero va a reformarse, lo hará en función de sus intereses delincuentes y con el motor y complicidad de la clase política. No tenemos capacidad de intervención ni de acción ni influencia. Las sucesivas reformas civiles nos dejan a la intemperie frente al autoritarismo que ha nacido. Opinar ya no es un derecho, es casi un delito. Oponerse no es una opción ciudadana; es un síntoma de antipatriotismo sedicioso sobre el que cae, a la menor oportunidad, todo el peso de una ley ancha para los poderosos y estrecha para los desfavorecidos.

Va siendo hora de que barajemos otras posibilidades ciudadanas. Otras formas de acción. Si los bancos han dilapidado los fondos que les confiamos, vamos a obligarles a devolverlos. Es fácil. Retiremos nuestros fondos. No merecen nuestra confianza y no podemos dejarles que los utilicen en nuestra contra. Entonces, tendrán que intervenir los mecanismos de garantía que, ahora si, deberán ser empleados en los fines legítimos para los que se crearon, pese a sus sucesivas reformas tramposas.

Ahora lo tengo claro. Tenemos que salir del sistema. Debemos salir de este sistema, romper sus reglas de juego, abatir el tablero y la única posibilidad es dejarlos caer. De grado o por fuerza. No podemos seguir coexistiendo con bancos tramposos, directivos estafadores, inversores codiciosos y especulativos en alianza con una clase política cruel, feroz e insensible. No nos lo merecemos. Vamos a quitarles nuestro dinero. Poco a poco o de una vez, de manera unánime o individual. Es nuestro pero, hay que lamentarlo, “son de la materia de la que están hechos los sueños”. Los nuestros. No todos ellos, claro está, pero si de una gran parte con los que imaginamos el futuro.