Aplausos cómplices

Cien personas jalearon ayer a José María #DelNido, expresidente del #Sevilla, como si fuera Cristo en el Gólgota. Anunciaba su dimisión forzada tras una condena judicial a 7 años de prisión por malversación de fondos y prevaricación y, por tanto, por tanto, cooperador necesario en el saqueo del Ayuntamiento de Marbella. 

José María del Nido y Julián Muñoz en  una diligencia judicial

No es un mártir ni un héroe. Es solo un delincuente convicto que representa un modelo de comportamiento infame y asocial. Los jaleos, los vivas y las alabanzas son el síntoma de una enfermedad social muy grave complaciente con la corrupción y cómplice con los grupos de caracter mafioso que los impulsan. Más justo y coherentes fueron los apelativos de infame, corrupto y ladrón que le dedicaron los grupos de socios situados en las afueras de un acto que no debió involucrar a un club deportivo con el que ya no le unía ningún lazo y al que no guardó jamás respeto alguno.

Periodismo sin preguntas

El plante a la mudita Ana Mato será una fecha de referencia. Me gustaron los mensajes de los corresponsales en ese momento aunque llegan tarde. Algunas Asociaciones de la Prensa y organizaciones profesionales de periodistas lanzaron la campaña "Sin preguntas no hay cobertura" hace un año. Su seguimiento fue escaso. Muy escaso. Desde entonces, las ruedas de prensa sin preguntas, lecturas de comunicados, declaraciones unilaterales se han constituido en una costumbre que ha enterrado el ejercicio del periodismo. 

Algunos medios, incluso ese modelo de periodismo que fue El País, denunciaron aquellas prácticas pero fueron incapaces de ir más allá, por distintos motivos y todos “razonables”, de lo que requeriría la coherencia con el fin del ejercicio de la profesión. Su ausencia de reacción ha consolidado estas periódicas bofetadas al derecho de información por la vía de los hechos. Deseo que esa conducta que se adopta, lejos de la presión de las redacciones, empiece a extenderse en nuestro territorio pero me temo mucho que es una esperanza inmotivada que no avala la realidad de la profesión. 

Nuestros periodistas están ocupados en analizar el papel de los medios modernos, la influencia de los nuevos instrumentos tecnológicos, en el bla.bla..bla..bla…pedanteril, que el bosque enmarañado de la confluencia del capital financiero, las empresas editoras y el miedo laboral les impider ver el árbol originario de la información veraz y objetiva como sustento de la democracia. 

Así Cospedales, Barcenas, Rubalcabas y los pequeños caciques locales de cada autonomía o localidad campan  a sus anchas. Nadie protege al ciudadano de esta información tóxica que se expande como cieno, envuelta en eufemismos. Luego se espantarán de que el periodista sea la segunda profesión peor valorada por todos.