Ayer la tertulia de Sálvame de
Luxe al completo se reunió en el Pleno Municipal de Aranjuez y dio juego y
espectáculo. No defraudó. Ofreció lo mejor de su cosecha en un debate torvo,
tumultuario y faltón con un guión redactado para oponerse en forma y con
urgencia a la extinción de grados y traslado de cursos de la Universidad Rey
Juan Carlos en su campus local, y solicitar en un comunicado ‘enérgico’ que, por
favor, no la extingan del todo. Latía, en el fondo, el impulso de toda
tertulia: hablar de si misma con las peores formas posibles, con el peor
lenguaje posible, con las actitudes más tabernarias. A los representantes de
los alumnos no les debió pillar de improviso. “Se tiran los trastos a la cabeza
pero no sé va a hacer nada” decían algunos.
Fueron el Mac Guffin que distrae la atención del espectador. Aquello que puede cambiarse para que nada cambie. Lo que desvió la atención de que lo verdaderamente importante son los alumnos y la URJC y su plan tramposo que aceptan de facto los tertulianos en el comunicado final. Lo sustancial es la trama por debajo. Lo revela lo inadecuado del lenguaje y lo irrespetuoso de las actitudes. Y esta no es otra que la toma de posiciones ante próximas convocatorias electorales más la búsqueda del apoyo de electores ya convencidos. Todo lo demás daba igual. Lo importante era preservar el estatus quo actual.
Ni siquiera era convincente la urgencia acuciante de la moción. La presencia de la Universidad Rey Juan Carlos enAranjuez es crítica y data de, al menos, 2014. Pilar Quintana, entonces concejala de ACIPA, señaló la fuga de los cursos de verano que sucederían bajo el mandato municipal del Partido Popular. Se gestaba entonces la denuncia de los másteres falsos en Derecho Público y los exámenes tan falsos como el trabajo fin de master de Cristina Cifuentes. Dio igual y Pilar Quintana recibió serias andanadas artilleras de calibre grueso. La larga historia se ha desarrollado durante 5 años sin obtener la más mínima atención de los tertulianos municipales. Solo se ha tomado en cuenta después que una multitud de alumnos ha recorrido las calles de Aranjuez reclamando atención, ha promovido huelgas estudiantiles y encierros en vez de estar atentas y calladita escuchando la tertulia.
Quizá ya no haya remedio a la
extinción de grados, que suponen la huida inmediata de la URJC de Aranjuez, y la
muerte por inanición de la marca Aranjuez Ciudad Universitaria. Otra oportunidad perdida, otro tren que se larga. Otro golpetazo más
a la economía local en una ciudad con la línea de municipio fallido en el horizonte. No puedo
evitar negar que una ciudad tenga los representantes que se merece pero si
afirmar que los representantes de Aranjuez no merecen su ciudad. Y, desde luego, una tertulia televisiva bronca, torpe, soez y
malencarada más atenta a la telegenia ideológica que a resolver los problemas graves de los ciudadanos, no puede ser la gestora destinos e intereses comunes.