martes, 21 de febrero de 2012

Enemigo perfecto

Acostumbro a leer uno o dos periódicos, escuchar una emisora de radio de camino al trabajo y leer con atención las líneas de Maruja Torres y de Ramón Lobo. Saco un rato a la tarde para escribir unas líneas pero hoy me rindo. No hay forma de entender una realidad que lamina mis entendederas y escapa a toda comprensión.  
Ya estaba mosca desde el discursito churchiliano en Sevilla. Demasiada sangre, sudor y lágrimas sin peso ni medida. Demasiado amago de dejarnos atrás a quienes no acudamos a la Convocatoria Nacional por el Futuro, demasiada lejanía en el descanso y, desde luego, demasiado idílico ese anuncio de la Admiración por España en el Concierto de Naciones cuando todo haya concluido.
Así que la cascada de declaraciones y acontecimientos no me pilla vírgen ni en plenitud de facultades. El presidente de Gobierno vuelve a amenazarme con tiempos peores sin dar esperanza ni que se la espere. Un grupo de armarios-policías con protecciones medievales color sirio, la emprende a porrazos con jóvenes y menores de edad, sin desdeñar jubilados y gente de similar y airado estado social mientars su mando ya sabe que son enemigos; lo que, en Valencia y a dos días del 23 de febrero, es mas inoportuno que una galerna cuando recoges mejillones. Un ministro del Interior se apunta a la consigna franquista del difunto Manuel Fraga sobre los enanos infiltrados. Así viene a describirlos, poco más o menos; enanos, infiltrados, furiosos y, encima, quieren incendiar la calle, desvela el sr.Ministro.
Me cuesta creerlo pero sé que están hablando con toda la seriedad y sinceridad del mundo. Aún no acierto a explicarme si un colectivo de psicópatas han tomado los ministerios o sus tareas representativas les han enajenado sus entendederas a posteriori. A mi no me hace ninguna gracia. Estoy inmerso en el grupo de alto riesgo: trabajador por cuenta ajena, a punto de la jubilación, bajito, infiltrado dentro de un orden, me chiflan las algaradas  y manifas cuando defiendo mis libertades, me creo el articulado de la Constitución. Es decir, el enemigo perfecto. Ardo en deseos de pirarme a Laponia. ¿Por qué?. Me dan miedo y me han robado mi condición de ciudadano.

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