A Aranjuez le espera un lustro
malo de narices. La intervención municipal por el Ministerio de Hacienda, que
es muy de intervenir y mucho de intervenir, no anuncia nada
bueno. Intervención o no, lo cierto es que la aprobación de las cuentas anuales
no dependerá de la voluntad de los representantes municipales de ahora en
adelante y durante 5 años justos que van a ser de traca de traca por ese mismo motivo.
Intervenir una institución local consiste
en sustituir sus órganos de gobierno por una dirección gestora y esperar a que
escampe en las siguientes elecciones locales. Lo de Aranjuez no es intervención
en sentido estricto, no nos pongamos estupendos, pero sus efectos son similares
y sus consecuencias idénticas: alejar a los vecinos del protagonismo político, descargar sobre ellos todo el peso de la financiación
municipal futura y preparar el terreno para recetas de austeridad más estrictas.
Ya es malo que la ruptura del acuerdo de ajuste contraído en 2012 por el gobierno local del
Partido Popular sea la causante.Pero no es la única. En la raíz de esta situación perversa hay una política de ineversion alocada del Partido Popular y del Partido Socialista: Maconsas, Fadesas, aparcamientos subterráneos, indemnizaciones millonarias y globos aerostáticos incluidos. Todo ha ido sumando sobre la Institución Municipal para crear, megalomanías, nepotismos o favoritismos mediante, un manual completo de como subordinar las
instituciones públicas al provecho personal o gremial.
No hay explicaciones de los responsables, unos y otros, sobre los motivos que han llevado al Ayuntamiento de Aranjuez a esta situación. O ignoran las consecuencias futuras o cabe deducir que lo consideren
un incidente sin importancia. En cualquier caso, dice muy poco de ellos. O mucho. Debieran explicar que se trata de un caso previsto en la Ley de Estabilidad y a su aplicación gradual. Que se trata de una medida previa a la reducción de los servicios públicos a los que se puedan financiar sin deficit exclusivamente, o al embargo de las transferencias corrientes o ingresos estatales y precedente al cierre de los servicios duplicados o a la disminución los gastos de personal mediante redución salarial o de plantilla.
A todas ellas, pueden unirse la
externalización de los servicios públicos y el incremento de impuestos, tasas y
precios públicos hasta alcanzar la sostenibilidad, ese vocablo esotérico esgrimido
por el Partido Popular y el Partido Socialista que significa equilibrio en su
jerga y sufrimiento en nuestra
experiencia de ciudadanos. Lo dicho. Nos espera un lustro jodido de narices y nos pilla durmiendo la siesta. Si. Una vez más.