viernes, 24 de junio de 2011

Defensores pervertidos

Curioso. Casi insultante. En Diputaciones, ayuntamientos, mancomunidades, gobiernos regionales. Todos sin remisión. Hasta el más mínimo y pequeño poblachón manchego tiene un encorbatado y bien trajeado defensor del ciudadano. 3 millones de páginas certifican la afición patria a inflar cargos petulantes, relevantes solo en lo pomposo y fatuo del nombre o, incluso, de la persona.

Los vecinos de Aranjuez, Paterna, San Pedro de Alcántara y cientos de localidades más, grandes o pequeñas, andan necesitados de ayuda y defensa. Resulta muy paradójico. Son los gobiernos locales quienes piensan así y  nombran un propio para proteger a un vecino agredido y estafado en sus derechos ciudadanos por ese mismo gobierno. Es algo más que irrisorio. Es sarcástico.

Entre ellos hay unanimidad en las retribuciones. Hay nombres y apellidos coindicentes con  antiguos concejales, alcaldes, diputados provinciales, asesores políticos. Hay defensores en todas partes y administraciones: En lo local, en lo provincial, en las diputaciones, en las comunidades. No me extrañaría que necesitaran un defensor de defensores un dia cualquiera. Encobatado, fatuo, hinchado y haragán.  De locos. Aberrante.

No. Todo ello no es lo único extraño. Es solo la demostración de lo endogámico y mafioso de nuestra estructura política de representación. Es la personificación más verdadera del dicho viejo de “una mano lava la otra”. Del "hoy por ti, mañana por mi".  

Ni eso es lo único relevante. No lo es ese gasto sumado horizontal y verticalmente con el que, solo en Aranjuez, se podría cubrir tres plazas de educadoras infantiles al mes. Ni toda esa energía dedicada a oscurecer los mecanismos auténticos de defensa de los ciudadanos e hipotecar recursos y más recursos públicos materiales, humanos y financieros. No. Lo más siniestro es que se produce en ausencia de cualquier norma legal estatal que lo respalde y legitime. Lo macabro es que los recursos a estos defensores no tendrán respuesta real alguna. Sus capacidades están ausentes. No tienen jurisdicción alguna, ni territorial ni funcionarial sobre la administración. Son defensores de guardarropía.

Y mientras, ¿Quién nos defiende de tanto defensor?. Todos van o vienen. Se sientan o se levantan. Enumeran, dicen, niegan o elaboran estadísticas y, al  mismo tiempo, ocultan la función del único y auténtico Defensor del Pueblo, comisionado por las Cortes españolas, el legítimo, con competencias propias, con jurisdicción, con capacidad coactiva o investigadora y permiten que las administraciones agresoras, prepotentes y mezquinas tarden años en contestar a sus pesquisas. ¿España?. No, nuestro país es otra cosa. Este en el que vivimos es Españiquistan.  Vale.


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