jueves, 30 de junio de 2011

Chefchaouen

Los gritos suenan con un cierto parecido al himno de la Unidad Popular chilena aquí, en la Plaza  Al-Hamman de Chefchaouen a solo dos días de la celebración del referéndum real marroquí Son jóvenes estudiantes, mujeres con el pañuelo bereber anudado sobre la nuca. Adolescentes con hijav Cuarentones barbados. Toda una muchedumbre que se ha manifestado su desaprobaciòn frente a los musicos flokloricos que actuan en esta campaña de propaganda gubernamental a favor del si a 100 Dirhams por cabeza y día.

Ali  Hassun ondea una pequeña pancarta con caracteres arábigos en verde. Cuatro fotografías de Ernesto Guevara destacan sobre los muros de la alcazaba. “No queremos una reforma falsa para que todo continúe en las manos del rey y del madjen”. El madjen ha sido de antiguo el círculo de privilegiados por la monarquía alui.



La marcha la encabeza una pancarta amarilla. Trescientas personas avanzan en dirección a la mezquita de Al-Hamam. Los músicos hacen sonar sus trompas bereberes con estridencia y baten los tambores y panderos con una violencia  inusual. Tratan de acallar a los manifestantes que gritan cada vez mas.

Alguien dirige la palabra desde las escaleras de la mezquita.  Hassan explica que se trata de que la reforma politica no salga adelante. “Decimos no. Queremos una monarquía como en Europa, como en España. Queremos que nuestro pueblo elija a los gobernantes directamente y no solo el rey”.


Pero piden más. En Xauen el salario medio es de 80 euros mensuales. La sanidad no es gratuita ni en sus escalones más bajos. Ni la educación. El  indice de paro es más elevado del norte marroquí.  El Rif es una realidad aparte. Y piden más. Piden  la liberación de los jóvenes que el pasado martes fueron detenidos en una localidad cercana. Y más.

Desde Tanger a  Chefchaouen la Sûrete controla las carreteras con fuerzas de las Gendermería y las policías locales. Es un blindaje de las carreteras que imposibilita las comunicaciones. En Xauen el control es más  nítido y a cargo de ambas fuerzas  a las que se han agregado oficiales del ejercito y de la policia secreta marroquí. Al 100 metros de ellos, Hassan, un pequeño comerciante del bazar situado sobre la Plaza Al-Hammam resume un sentir numeroso: “ He vivido más de cuarenta años con miedo, podría vivir más así, pero tengo hijos. Quiero que tengan un futuro. Quiero que vivan sin miedo.

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