jueves, 3 de marzo de 2011

Fotografia, realidad y capitostes

Me gusta la obra de Joan Fontcuberta y gozo tanto de sus mistificaciones como de las implicaciones geniales de sus proyectos fotográficos. Es uno de los privilegios que confiere ser su contemporáneo y encontrarlo en las revistas fotográficas hace un buen porrón de años. Mejor que mejor. Lo he vivido en vivo y directo sin  necesidad de documentarlo con Goggle.

Cada uno de sus proyectos pone solfa aquello de la fotografía como reflejo de la realidad para proponer otra distinta: La de la reinvención de la realidad por la fotografía. Aunque Joan tiene esos derechos adquiridos, tuvo un  precursor en Iosif Stalin. Nadie mejor para hacer desaparecer a sus compañeros de la realidad, a medida que desaparecian de las instantáneas de actualidad en Iskra o Pravda a golpe de retoque fotográfico.  Iosif se murió y menos mal. A estas alturas, la historia rusa solo hubiera sido una única serie  de cientos, miles o millones de fotografías del Padrecito en mística soledad revolucionaria.


La foto que nos muestra el Ayuntamiento de Aranjuez es obra perfecta de Fontcuberta, aunque no está firmada por él, Nada lo revela pero es así. Vemos una comitiva, 16 personas encabezadas por los que parecen ser los capitostes de la cosa. En primer plano y con  sonrisas publicitarias. Son capitostes porque la imagen lo afirma. Está implícito en su aplomo, gesto de interés, su indumentaria, hasta el perfectísimo nudo de las corbatas grita que son capitostes. Además, hay un fotógrafo a la izquierda desentendido de esta escena de NODO y unos cuantos currelas a lo suyo.

Todo bien pero no es real. Solo es una construcciòn imaginaria para recrear la realidad perfectísima de eficiencia administrativa judicial, -se trata de la visita a unos juzgados de Aranjuez-, de felicidad sin par por el trabajo bien hecho. De confidencias entre los menos capitostes, -el señor de la corbata azul inclinado hacia la señora mayor-. Ahora bien, siguiendo la doctrina Fontcuberta no es la realidad. La realidad misma es que, por cada comitiva oficial de capitostes que visita un centro administrativo, solo se afanan de verdad 5 currelas. O bien, que ese centro tiene una tasa insufrible e inaguantable de capitostes per capita.

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